Pescanova necesita un quita de 2.400 millones para ser viable, según los cálculos que maneja la banca acreedora. Fuentes financieras apuntan esta cifra como la que precisaría el grupo pesquero dada su delicada situación. Esto supondría una quita muy alta, del 80% sobre el total de la deuda bancaria, que suma 3.000 millones. Y eso sin contar con los bonistas de Pescanova, que implican 369 millones más de pasivo.
La fórmula sería convertir esta deuda en capital, lo mismo que se propondría a los tenedores de bonos. La opción la defiende básicamente la banca española. La razón es que se teme que las pérdidas, cuando se cierren finalmente las cuentas de 2012, para lo que todavía quedan varios meses, superen con creces los 516 millones de fondos propios que la cuentas de Pescanova apuntan en su balance consolidado.
La situación de Pescanova es muy difícil. Si consigue mantener la actividad gracias al crédito de urgencia de 55 millones que le dio la banca española, su continuidad sigue estando muy comprometida, en parte por su elevada deuda. En caso de que la empresa siga en marcha, el beneficio bruto operativo –ebitda– se prevé en 140 millones anuales. Pero es que los costes financieros previstos rondarían los 150 millones anuales. Por tanto, el único futuro pasa por convertir la deuda en capital y reducir el pago de intereses.
Con la actual estructura financiera, Pescanova no es viable. La única salida para evitar la quiebra de la multinacional pesquera es que los bancos y los bonistas pasen a ser accionistas. Y habría que complementarla con más medidas, como la venta de activos. Para colmo, la negativa de la Xunta de Galicia a avalar la refinanciación dificulta aún más una solución. Y eso que hay más de 1.500 trabajadores gallegos en nómina y que si Pescanova cae provocará un drama industrial en la comunidad autónoma.
De banqueros a accionistas
En pocas palabras, después de los desmanes contables del expresidente, Manuel Fernández de Sousa, la única salida es que los bancos se hagan con el capital de la empresa pesquera, según señalan fuentes financieras. Igual que ha pasado en inmobiliarias como Metrovacesa, por ejemplo.
Pero la banca extranjera sería poco proclive a entrar como socios de una empresa que le ha dado tantos disgustos. Los bancos internacionales copan el 48% del pasivo financiero de Pescanova, de manera que es posible que sólo los españoles estén dispuestos a una aventura con tantos imponderables, tal y como ya pasó con el préstamo de urgencia de 55 millones: la banca extranjera prefirió descolgarse.
Para colmo, los bancos internacionales están muy atomizados. Se podría dar la vuelta al mundo dos veces visitando los bancos de hasta los rincones más remotos a los que Pescanova pedía cantidades de menos de 15 millones de euros.
El reto de la gestión
La previsión es que sólo los bonistas y los grandes bancos españoles entren en el capital en un intento desesperado de no perderlo todo, según las fuentes financieras consultadas. Pero la gran banca española apenas suma 1.500 millones de euros. Faltarían otros 900 millones para que la recapitalización pudiera tener éxito y que la compañía tuviese alguna viabilidad. Si los bonistas aceptasen, sólo se precisarían 500 millones de los bancos internacionales.
Por tanto, una de las prioridades de la banca española será atraer a una parte de la extranjera, descontando a los bancos remotos con pequeños préstamos. Y, además, está el reto de gestionar un sector complejo, con múltiple operativa fuera de España y sin que haya una empresa similar en el país.
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