TODA LA OPERATIVA SE MANEJABA DESDE LA MATRIZ EN GALICIA
By Marcos Lamelas
Pescanova organizó una compleja estructura para que el grupo se
fuera endeudando de manera que no se reflejara en la contabilidad que se
remitía a los inversores y CNMV. El sistema funcionaba como dos ramas
paralelas: una servía para contabilizar varias veces una misma factura
de las filiales y la otra era un sistema de cartas de créditos
vinculadas a ingresos futuros que luego no se producían.
La
operativa de toda esta estructura se controlaba desde la matriz de
Pescanova, Galicia, de la sociedad Pescanova SA, de la que cuelgan una
docena de sociedades, que eran el primera nivel societario de la maraña
de participadas que colgaba de Pescanova, según fuentes financieras.
Estas
dos arquitecturas legales y contables operaban con el mismo objetivo:
sacar volumen de deuda de la contabilidad oficial. Y están aflorando en
los trabajos de auditoría forensic que está llevando a cabo KPMG.
Primero se inició el vaciado de datos ordenadores y servidores y ahora
se están llegando a las primeras conclusiones, básicamente centradas en el análisis de la actividad de Pescanova SA.
Una auditoría forensic es una revisión a fondo de las cuentas para detectar posibles fraudes empresariales y financieros.
También sirve para conseguir pruebas para que posibles delitos, como la
apropiación indebida, puedan ser llevados ante los tribunales. Estos
datos perjudican la posición del ex presidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, que había ejercido el cargo de manera muy ejecutiva.
Estos
primeros resultados apuntan a una estructura organizada (para ocultar
la deuda) y controlada (por los responsables de la empresa), pero no a
una serie de negligencias contables o efectos derivados de una mala
gestión.
Una vez que Deloitte, que ejerce de administrador concursal, y el juez del juzgado mercantil número 1 de Pontevedra tengan la auditoría forensic podrían elevarla a la Fiscalía Anticorrupcion, que ya ha abierto una investigación sobre el caso.
Facturas falsas
Pescanova está siendo investigada por la policía
por haber endosado facturas falsas a diversas entidades financieras. En
la práctica, la auditoría ha hecho aflorar todo un mecanismo para colar
una misma factura varias veces.
Las facturas falsas es una
de las cuestiones que más ha envenado el concurso de acreedores de
Pescanova. Entidades a las que se habían colocado facturas falsas ahora
se niegan en redondo a apoyar la refinanciación del grupo. Esto afecta
especialmente a bancos extranjeros como el Deutsche Bank o los italianos de Ubi Banca, que se han negado en rotundo a participar en el crédito de 55 millones para mantener en coma a la compañía.
Las cartas de crédito
El
otro mecanismo se basaba en cartas de crédito que Pescanova conseguía
en función de ingresos futuros de barcos o filiales. Pero luego esos
fondos no llegaban o eran inferiores a las estimaciones iniciales.
En
todo caso, la deuda oculta fue la clave de la caída en barrena de
Pescanova, compañía en la que se había aplicado, a menor escala, un
sistema equivalente la que había llevado a la quiebra a Enron en Estados
Unidos. Pescanova tenía una deuda declarada de 1.500 millones. Al final hay 3.170 millones de deuda bancaria en Pescanova,
a la que habría que sumar la de proveedores o la del propio Fernández
Sousa, quien facilitó una línea de crédito de 9 millones en los últimos
meses de vida del grupo pesquero. Esos fondos fueron parte de los 28
millones que obtuvo el ex presidente de la multinacional gallega al
vender de espaldas al consejo un 7% de la acciones.
La banca extranjera,
un total de 58 entidades, mayoritariamente se desentiende del futuro de
Pescanova. Sólo los grupos españoles están apoyando la refinanciación o
un plan de viabilidad que garantice el futuro de un grupo que da empleo
a más de 1.400 personas sólo en Galicia.
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